viernes, 23 de febrero de 2007

Números y más números


Para identificar los movimientos de animales que se realizan en una comunidad autónoma, hay un código de 16 dígitos. Con estas cosas siempre pasa que uno piensa que es posible que se quede corto, o que es inconcebible limitar la longitud del código, puesto que es posible que algún día (tarde o temprano), se hayan utilizado todos los códigos existentes. Un poco como lo que pasa con las matrículas: que llegará un día en el que se acabarán (con la matrícula 9999 ZZZ, o algo así) y habrá que inventar otro sistema, o añadir una cifra más, o una letra más.

Y claro, entonces llega uno y se pone a hacer cuentas para ver cuándo se acabarán los números porque tiene verdadero miedo. Siempre parece posible que, en un futuro cercano, haya muchos más animales y muchos más movimientos y la cosa se agote.

16 dígitos son 10 elevado a 16 posibilidades. O sea, 10.000 billones de códigos posibles. Ahora se hacen sobre unos 200 movimientos al día en la comunidad autónoma. Si de repente hay una superpoblación de animales, o hay muchos más movimientos, o se controlan muchos más movimientos de los que se controlan ahora y el mundo se convierte en un caos brutal de bichos que se mueven a la velocidad de la luz, supongamos que en ese caso extremo podría llegarse a 1 millón de movimientos al día.

En ese mundo surrealista, teniendo en cuenta que se trabajan menos 300 días al año, digamos que como máximo habría 300 millones de movimientos al año. Si tenemos 10.000 billones de posibles códigos de movimiento y echamos la cuenta, nos sale que 10.000.000.000.000.000 códigos / 300.000.000 códigos agotados por año son 33.333.333 años los que tardarán los códigos en agotarse.

Vamos, que la cosa va para largo. Y, sin embargo, si no echamos la cuenta, tenemos la duda en el cuerpo. Decía Punset o uno de sus entrevistados algo de la incapacidad del ser humano para pensar de forma exponencial. En cualquier caso, parece que las cifras grandes se nos resisten.

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