viernes, 9 de febrero de 2007

El mar de las preocupaciones


Cada día tenemos que resistir la tempestad. El huracán de nuestra mente intenta llevarnos a lo más hondo, y poco a poco se va llevando trocitos de nuestra persona. Estamos en medio de un torbellino que nosotros mismos alimentamos.

Las preocupaciones nos acechan cuando menos las necesitamos. De hecho, están ahí casi permanentemente. Todo es "preocupatizable", hasta lo más increíblemente simple e insigniticante.

Tal vez algún día deberíamos mirarnos en el espejo invisible de lo infinito y darnos cuenta de lo absurdo que es ser presas de lo que nos preocupa, nos atenaza y nos encadena, y comenzar a pensar en abrazar los cientos, miles, millones, o miles de millones de millones de trillones de cosas, de pensamientos, de estados del alma, de ideas y de sentimientos más allá de nuestra asfixia cotidiana.

Quién pudiera ser ciempiés, babosa o caracol y vivir cada instante como el úlitmo de la propia existencia, sin más preocupación que seguir sintiendo, descubriendo y disfrutando de la infinidad de sensaciones y placeres que el mero hecho de estar vivo nos proporciona.

No hay comentarios: